viernes, 1 de mayo de 2020

ESOS CHICOS TIENEN FUTURO

Manuel se paseaba por el pequeño piso con paso torpe. Un olor dulzón inundaba la casa. Llegó hasta el dormitorio y se sentó en la cama mirando hacia la ventana. Estaba entornada y por ella resonaban los sonidos de los pájaros. Los pájaros, cada vez había más, o los escuchaba más, no sabría decir. 

Miró hacia sus piernas y una mancha oscura se derramaba por el pantalón. Suspiró. Otra vez se le había escapado. La chica que le ayudaba no venía desde hacía tiempo, no sabría decir cuánto.

Tenía hambre. 

Se levantó, y con ese andar a pequeños pasos logró llegar hasta la cocina. Abrió el frigorífico y solo vio un yogur de limón. Lo cogió sin mirar la fecha. Se acercó hasta la encimera y tomó una pequeña cucharilla para comérselo. De pie, apoyado sobre la mesa de la cocina, terminó el yogur y se tocó el pantalón mojado.

De nuevo, se dirigió al dormitorio para buscar un pantalón limpio. No quería que Esperanza lo viera con el pantalón mojado. Le regañaría, y tendrían una discusión. No quería discutir con ella. Había estado enferma y no quería alterarla. Pero ahora estaba bien, sentada en su sillón, durmiendo. 

Se cambió de pantalón, aunque no sabía por qué no le estaba bien. Tuvo que ponerse un cinturón para que el pantalón no se le cayera. 

 

Por las ventanas abiertas escuchaba el trino de los pájaros y muchos vecinos hablando entre ellos. Era la hora. Se dirigió hasta el salón, donde se ubicaba el balcón al que no salía, como hacían sus vecinos cada día, desde hacía ya demasiado tiempo. Algunas veces golpeaban cosas metálicas, otras veces aplaudían. No sabría decir qué era aquello, ni en qué se basaban, pero al menos, no estaban solos.

 

Fue entonces cuando oyó los golpes en la puerta.

 

·       ¡Manuel! ¿Está usted ahí?- Escuchó decir a una voz que le resultaba vagamente familiar.

·       ¡Manuel! ¿Cómo está Esperanza?- seguían las voces en la puerta.

 

Se escuchó un gran estruendo cuando la puerta se abrió de un golpe contundente. Asió lo primero que tenía a mano en el aparador junto al pasillo. Se puso en posición de defensa.

Apareció un policía con una mascarilla y los brazos alzados, intentando calmarlo.

 

·       Tranquilo Manuel- dijo el policía- solo venimos a ver si usted y su mujer están bien. Los vecinos dicen que llevan varios días sin ver a la chica que les ayuda con las tareas domésticas y sin oirles apenas.

·       ¡Estamos bien!- gritó Manuel

 

Tras el policía apareció su vecina Angustias, con la cara compungida. Junto a ella, dos personas con trajes azules, más claros que el del policía, con mascarillas y con un maletín.

 

·       ¿Dónde está Esperanza, Manuel?- preguntó de nuevo el policía.

·       Sentada en el sillón. Durmiendo- respondió.

 

El policía se dirigió hasta el salón. Al llegar emitió un suspiro, llamó a la doctora y al enfermero.

 

·       Doctora, venga- indicó- pero aquí hay poco que hacer.

 

El policía, los sanitarios y Manuel se quedaron mirando la figura inmóvil de una mujer mayor, aparentemente dormida, pero, por los signos de descomposición, llevaría algunos días muerta.

Un pequeño grito sonó tras los cuatro. Era la vecina, Angustias, que lloraba sin consuelo al ver aquella imagen.

 

Manuel no entendía por qué lloraba Angustias. 

En la calle comenzó a sonar una canción. La conocía, era una de las novedades del conjunto ese nuevo, el Dúo Dinámico. La canción era Resistiré. Le gustaba aquella canción. 

Después comenzaron los aplausos.

 

“Esos chicos llegarán lejos”- pensó Manuel

 

Cesaron los aplausos cuando una camilla entraba por la puerta del piso.

 

“Sin duda, esos chicos llegarán muy lejos”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LA ALBERCA

  El sol de media tarde caía como plomo fundido sobre el asfalto de ese pequeño pueblo del centro de Andalucía. La luz derramada por el astr...